Una vez más y no se cuantas veces van ya, recorro el cansino camino que desde torrebarrio pasando por la collada de llandanay conduce a la cara noroeste de peña Ubiña.
Mis piernas, en un desigual combate contra la desidia, intentan en vano no perder contacto con mi compañero. Desidia que me arropo entre sus brazos en los últimos meses y que ahora se resiste a dejarme marchar. Desidia que no me permitio en estos últimos cuatro meses limpiar la lente de la cámara y ahora me castiga con esta llaceria de fotografías.
Sacar fotos a unos narcisos que brotan anunciando la llegada de la primavera, que en otros tiempos sacaba a relucir mi vena más romántica de la montaña, ahora, no son más que otra burda disculpa para poder detenerme y coger un poco de aire. Mas tarde, usare la de atarme un cordón que oportunamente se me habrá desatado o la de secarme el sudor de los ojos.
Tras hora y media de languida marcha alcanzamos la cota de nieve. Dando vista ya, a la pared. La nieve se muestra dura y consistente. No demoramos más el tiempo y nos pertrechamos con piolets y crampones mientras visionamos el recorrido que vamos a realizar. A sido sentir el tacto en las manos de las herramientas y desaparecer todos mis dolores. Donde antes decidía el cuerpo ahora ordena y manda la cabeza. O la la, he gecupegado mis supeg-podeges.
"Juego de lágrimas" es una vía bonita y sencilla, sin mayores pretensiones, que hará las delicias de aquellos que disfrutan de esta actividad. Siempre que esta se encuentre en buenas condiciones, se sobrentiende
Bordeando por la izquierda la aguja característica que se encuentra a la entrada de la canal, ganamos rápidamente altura (40º) hasta alcanzar el primer estrechamiento en la canal. En este punto, la canal de divide en dos. Continuamos por el ramal izquierdo, algo más estrecho y donde la pendiente de pronuncia más (50º).
Cuando esta gira bruscamente a la izquierda nos encontramos con un resalte de hielo escaso que da acceso a una goulotte encajonada. Pedro, que se de siempre ha sido en los temas de seguridad más prudente que yo, no considera necesario encordarnos, opinión que juzgo razonable. Pues hala, otro día más que paseamos cuerdas y ferralla por la pared en la espalda.
Una vez sobre el espolón, una corta travesía en mixto hacia la derecha nos facilita el acceso a las canales superiores.
Llegados a este punto, decidimos dejarla atrás y seguir ganando altura por esta. A su final, mediante una fácil travesía nos cambiamos a la canal de la derecha.
Continuando por esta (45º/50º) hasta alcanzar la arista que viene del espolón sudoeste.
Remontando unos centenares de metros por la arista, damos vista finalmente a la cumbre.
Con satisfacción compruebo que aun no son las once. Apenas hemos empleado una hora y media en subir. Quizás no me encuentro tan mal físicamente. En la cima permaneceremos como una hora disfrutando de las vistas y de la conversación de los números montañeros que la montaña regurgita por sus canales. Durante este tiempo una brisa traicionera y un mechero vago se han confabulado en un vano intento por impedirme disfrutar del cigarrito de cumbre.
Sin más demora descendemos. Aun tenemos que disfrutar de una merecida cerveza y llegar a casa con tiempo para ir con la doña a ver a los Sex Museum. Que esta no transigue y me impone más respeto que una cascada de sexto grado je, je.
¡Rock n´ roll!
Buen relato Fernando, yo también más que abrazado, estoy atado por la astenia primaveral, o el cambio de hora (bueno y una fascitis) que me tiene comido el coco. La segunda parte es preciosa y mirando detalladamente las fotos puffffff a lo mejor tu colega debía imponer el tema de seguridad. Un saludo y si algún día compartimos algo a ver si entre los dos hacemos un mechero.
ResponderEliminarGracias Javier. A ver si poco a poco voy derrotando esta falta de motivación. Mechero?...a partir de ahora tres en la mochila je, je.
EliminarUn abrazo.
Buena disfrute y buena prosa. Apesar de la inactividad, veo que sigue usted fuerte, fuerte...Cómo decían " aquel par", salvando las distancias, " you're a rock ".
ResponderEliminarGracias Eduardo. Fuerte, fuerte....más bien no, lo que ocurre ye que con la edad uno va aprendiendo a dosificarse.
EliminarUn abrazo..