El amanecer nos sorprende en el parking de la estación del tren de la bella localidad de Niederwald. Anoche cuando llegamos, cansados del viaje, no sopesamos los posibles inconvenientes de dormir con la carretera al frente y el tren a retaguardia, no quedándonos hoy otra opción que madrugar.
Desde aquí ponemos rumbo hacia el Grimselpass (2165m), puerto de montaña del que apenas nos separan 30 km. Al coronarlo dejamos atrás el valle del Goms en el Valais y entramos en el valle de Haslital, este ya en el Cantón Bernes.
El paisaje da un giro radical al iniciar el ascenso del puerto. Los verdes valles poblados de pináceas dan paso a un vasto parámo de granito.
Dejamos atrás el lago Totesee (Lago de los muertos) que corona el paso y comenzamos el descenso por su lado norte. Un poco más abajo, en el Parking libre bajo el muro de la presa de Raterichsbodensee, estableceremos nuestro campamento.
Es casi mediodía y el pronostico habla de más que posibles chubascos durante la tarde. Barajamos la posibilidad de comer. Pero sabemos que el buen hacer de Koki a los fogones nos obligara a reposarla. Así que lo que iba a ser un día de descanso, se convertirá en lo que Anselmo denomina "descanso activo" y en ayunas. Cogemos la ferralla y cruzamos sobre la presa, desde la cual ya es visible la pared. Por un agradable sendero que va bordeando la presa alcanzamos su base en apenas 15 minutos.
Para nuestra primera toma de contacto con el granito de la zona nos hemos decantado por el grado amable de "Chly Hax".
220 metros de recorrido perfectamente equipados con parabolts y en el que nos llaman poderosamente la atención, unas novedosas, a nuestros ojos, instalaciones de reunión.
Las iniciales sonrisas provocadas por la escasa inclinación de la placa inicial. ¡Menudo tumbarral! es la expresión más escuchada,
no tardan en desaparecer de nuestras caras al comprobar la pista de patinaje que esconde este granito pulido por el lento, pero continuo trabajo erosivo de los glaciares en el pasado.
A partir del tercer largo, las placas van ganando en verticalidad.
Anselmo, que hasta aquí a subido disfrutando de la sorprendente adherencia de sus zapatillas deportivas, decide acertadamente calzarse los gatos.
En la ultima tirada, cambia un poco la tónica de la escalada. Un pequeño desplome, se interpone entre nosotros y la última reunión.
Una escalada que nos recuerda mucho a las placas del Yelmo. Más resbaladizas estas, pero con mayor equipación.
El descenso lo llevamos a cabo rapelando. Vamos aprovechando reuniones de las diversas vías que surcan la pared y que nos vamos encontrando en el camino. Lo que provoca algún rescate al apurar las cuerdas y no encontrar relevo apropiado.
Tras el merecido refrigerio, más cena ya que comida, nos dirigimos a pasar la noche al parking del Hotel Grimsel Hospitz.
Situado sobre la presa del Grimselsee y desde donde mañana, si el tiempo lo permite, nos acercaremos hasta las resplandecientes placas de Eldorado.
Vamos, vamos, Fernandito que nos estás poniendo los reportajes con cuentagotas!!!...
ResponderEliminarPor esta zona estuvimos haciendo bici y la verdad que se veían bien pulidas esas plaquitas...
¡Me encuentro un poco vaguete! je,je.
¡Jod.... si están pulidas! no lo sabes bien hasta que estas sobre ellas.
Fabuloso, compañero.
ResponderEliminarUna escalada para recomendar.
Y que bien nos vino antes de entrarle a Motörhead
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